Como la cabra tira al monte, no me puedo resistir ante la presencia de un Museo. Creo que estos espacios son verdaderos tesoros de conocimiento y están muy cerca de nosotros, sólo basta con permitirnos abrir sus puertas para advertir como se transforman en máquinas del tiempo, que nos conectan con nuestro pasado y nos ayudan a entender lo que somos.
Basta entrar al Museo del Oro para darse cuenta del carácter mágico del lugar. Todo el legado de las culturas misteriosas, de la que sólo poseemos visiones fragmentarias, está ahí, a la vista de los visitantes. Lo que se expone es apenas lo poco que queda, en realidad lo que quedó después de la barbarie y el saqueo, un tesoro que ensoñaría cualquier bucanero. Cientos, miles de piezas sobrevivientes a la niebla de los días, al óxido del tiempo, nos dan a pensar que esta gente, nuestros antepasados, debieron ser nombrados Gente de Oro.
El Museo del Oro de Bogotá es considerado uno de los mejores del mundo (según Trip Advisor), es decir que, si viene por aquí y anda corto de tiempo, no se lo puede perder.
Comprende cerca de 34.000 piezas de oro,
más 20.000 objetos óseos, líticos, cerámicos y textiles pertenecientes a
13 sociedades prehispánicas: Tumaco, Nariño, Cauca, Calima, San
Agustín, Tierradentro, Tolima, Quimbaya, Muisca, Urabá y Chocó,
Malagana, Zenú y Tairona.
El Museo se divide en varios pisos. Uno de los más atractivos para mi, es la sala de Cosmología y Simbolismo, ubicada en el Tercer Piso. Cuando rozamos la mentalidad de los nativos, nos sorprenden sus atavios, las narigueras y pectorales, las diademas antropomorfas, los sellos de barro, los volantes de huso, entre tantas cosas para ver.
Imagen utilizada por la cervecería Club Colombia. |
Nos acercamos a Los chamanes, siempre sentados, en permanente éxtasis
y en trance, cuando sus orejas se vuelven cascabeles y de sus cuerpos
aparecen plumas. Quizás, hace mucho tiempo soñaron en un futuro, se
vieron eternos e inmortales en un Museo sin tiempo, en donde las
personas de todo el planeta viajarían para conocer su mensaje.
También, aquí se encuentra la pieza fundacional de este museo. Se trata de un "poporo de oro". Este recipiente se empleaba para
mambear la hoja de coca hasta conseguir una forma de polvo utilizado en
las ceremonias religiosas. El proceso de mambeado dependía de la región y
las costumbres, pero lo usual era mezclar la hoja de coca con cal o
cenizas de diferentes plantas para extraer todos sus alcaloides. Este es
un proceso natural que forma parte de los ritos religiosos de las
tribus indígenas y que aún perdura en nuestros días. En la Guajira
colombiana utilizan cal, en Perú utilizan cenizas de plantas como la
quinua o quínoa, mientras que numerosas tribus amazónicas mezclan las
hojas con cenizas de yarumo.
A mediados del S. XIX se descubrió
en una cueva subterránea en el noreste antioqueño en la que se halló una de
las piezas más curiosas y, con el tiempo, más populares dentro y fuera
de Colombia, el poporo quimbaya.
Poporo quimbaya. Cauca medio. Período temprano 500 aC a 700 dC. |
Entre tanto para ver, existe una ofrenda muy representativa aquí, se trata de la Balsa Muisca que supuestamente se arrojaba como dádiva a la laguna de Guatavita.
Ubicada en una oscura sala, en medio de una vitrina. En su interior, una balsa de oro. Es la balsa de El dorado y una de mis piezas favoritas. Quien la encontró se llama Cruz María Dimaté, un campesino que en 1856 la halló dentro de una vasija de cerámica en una pequeña cueva del municipio de Pasca, al sur de Bogotá.
Ubicada en una oscura sala, en medio de una vitrina. En su interior, una balsa de oro. Es la balsa de El dorado y una de mis piezas favoritas. Quien la encontró se llama Cruz María Dimaté, un campesino que en 1856 la halló dentro de una vasija de cerámica en una pequeña cueva del municipio de Pasca, al sur de Bogotá.
Se
desconoce con exactitud a la época que pertenece pero podría tratarse
del período tardío de la cultura muisca entre 600 y 1600 después de
Cristo.
En el centro de la pieza se encuentra un personaje de gran
importancia y tamaño destacado que se interpreta como el cacique. La
figura central está rodeada por otros doce personajes menores.
Algunos portan bastones, los del frente llevan dos máscaras de jaguar
y maracas de chamán en sus manos y en los muy pequeños, que están al
borde de la balsa, puede reconocerse a los remeros.
Balsa muisca. Figura de ofrenda. |
La balsa representa la ceremonia de proclamación de un
líder muisca, en la que el heredero era cubierto de polvo de oro y sus
pies rodeados de oro y piedras preciosas, que posteriormente arrojaba en
el centro de la laguna en una especie de ofrenda a los dioses. En la
balsa de juncos que le conducía hasta el corazón del lago le acompañaba
el cacique ataviado con plumas, coronas y brazaletes y escoltado por
varios soldados. La ceremonia finalizaba en tierra, con danzas y bailes
tribales.
Fundida en una sola pieza en un molde de arcilla mediante la técnica de la cera perdida es de oro de alta ley (más de 80%) con plata y cobre.
Fundida en una sola pieza en un molde de arcilla mediante la técnica de la cera perdida es de oro de alta ley (más de 80%) con plata y cobre.
El oro como metal sagrado, receptor de la energía del sol, estrella
que da vida y la fuente de fertilidad en la cosmogonía de las sociedades
precolombinas encarnaba un profundo significado. Los objetos de oro no
fueron considerados símbolos de riqueza material. Subrayaban el
prestigio y servían como ofrendas religiosas.
"El oro se extrae de la tierra, se transforma, se usa, se hace símbolo y vuelve a la tierra como ofrenda".
Quizás este pensamiento pueda resumir la relación que los nativos tenían en función al metal. Quizás podamos aprender de ellos a desapegarnos de lo material, a convivir en armonía con la naturaleza, a internalizar la fórmula litúrgica "Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris"
Recuerda hombre, que eres polvo, y al polvo regresarás...
Quizás este pensamiento pueda resumir la relación que los nativos tenían en función al metal. Quizás podamos aprender de ellos a desapegarnos de lo material, a convivir en armonía con la naturaleza, a internalizar la fórmula litúrgica "Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris"
Recuerda hombre, que eres polvo, y al polvo regresarás...
Para no olvidar:
- Ubicado en la Carrera 6 N° 16-58, Parque de Santander.
- Teléfono: + 57 (1) 343 0999.
- Página de Internet: www.banrep.gov.co/museo
- Abierto: martes a sábado: 9:00 a.m. a 5:00 p.m.; domingos y festivos de 10:00 a.m. a 5:00 p.m.
- Cerrado todos los lunes, incluidos festivos.
- Recorrido Virtual